Tras dos meses de trabajo, ¿cómo estás afrontando este nuevo reto?
Para mí es un privilegio poder trabajar en esto.La economía social, aparte de lo que ya sabemos, es decir, que es el 10% del PIB en España y que la componen 43.000 empresas que emplean a más del 10% de la población activa, la realidad es que es una economía muy especial, que tiene algo distinto. Ese algo es el arraigo territorial, el servir a las comunidades. Son empresas que fundamentalmente responden a las necesidades colectivas y de las comunidades. Empresas que no deslocalizan y hacen de Donostia, de Gipuzkoa, un lugar extremadamente especial, porque están entre los lugares de Europa y del mundo con menos desigualdad.
Yo venía de la Economía Social, y para mí es una suerte poder conocer por dentro la administración pública y trabajar en un equipo que cree en la economía social y tiene ganas de impulsarla. Trabajar en colaboración con lugares como Donostia, Capital de la Economía Social 2023, me ha dado la oportunidad de aprender de la economía social vasca, que es de las más sofisticadas de España. Porque a pesar de que España tiene una muy buena economía social en todo el territorio, aquí hay un sector cooperativo liderado por la Corporación Mondragón y unas empresas de inserción como Gureak extremadamente innovadoras y comprometidas. El sentimiento y el ADN cooperativo consiste en ir a producir eso que la sociedad necesita. Eso es ADN cooperativo, así que es un privilegio trabajar en esto.
Tu mayor cometido es el de coordinar el Proyecto Estratégico ‘Economía Social y de los Cuidados’. ¿Qué principales objetivos estáis abordando en este ámbito?
Hay que tener en cuenta que contamos con un presupuesto de 800 millones de euros, que implica a trece ministerios. Nuestro principal objetivo consiste en inyectar esa cantidad en la economía social y obtener el mayor impacto posible. Para ello, vamos a modernizar la economía social, lanzar proyectos en sectores fundamentales para el futuro: el de las energías renovables y las comunidades energéticas, proyectos agroalimentarios, de consumo responsable, de innovación de vivienda… En definitiva, la economía social tiene muchísimo futuro, y trataremos, fundamentalmente, de coordinar esos trece ministerios para que mediante la inversión realizada podamos pasar del 10% al 11% del PIB en 2026. Queremos que la economía social crezca y que escale para construir una economía más justa y más humana.
La ministra de Trabajo y Economía Social Yolanda Diaz asistió el pasado mes de abril a la Asamblea General de la ONU para presentar la resolución impulsada por España que quiere potenciar la economía social a nivel internacional. ¿En qué momento se encuentra la economía social europea? ¿Y la española?
Ambas se encuentran en un momento muy dulce. Después de la pandemia, la Unión Europea lanzó una nueva estrategia industrial con catorce ecosistemas fundamentales para impulsar dicho músculo, disminuir la dependencia y desarrollar más tejido productivo. Entre esos ecosistemas se encuentra el de la economía social, junto al sector de los semiconductores, la alimentación, las energías renovables, el sector digital…. Porque, en el caso de la economía social, es una economía resiliente, que reduce la desigualdad y responde a las necesidades de la ciudadanía. Por ello, la Comisión Europea considera que es un sector fundamental para el futuro de Europa, y mediante esta nueva estrategia, pretende que la economía social pase de emplear al 6% de la población activa europea a un 10% en 2030. En definitiva, estamos cambiando el paradigma. La oportunidad es enorme, y tenemos que aprovecharla.