“Donostia necesita estar preparada para responder adecuadamente a las crisis derivadas del cambio climático, las problemáticas sociales y las dependencias entre infraestructuras críticas”, reconoce el investigador de Tecnun y coordinador del proyecto, José María Sarriegi. Con ese objetivo nació en 2015 Smart Mature Resilience que en 2018 encara su recta final.
Su finalidad es desarrollar, validar e implementar herramientas que aumenten la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático, las problemáticas sociales y las dependencias entre infraestructuras críticas. Unos resultados que los socios del proyecto han compartido esta semana en la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra en San Sebastián. “Hemos cerrado los últimos flecos del proyecto, y hemos hecho un balance interno del mismo”, sostiene Sarriegi, uno de los coordinadores del proyecto, junto con Josune Hernantes y Leire Labaka.
El concepto de resiliencia se refiere a la capacidad de un sistema, en este caso las ciudades, para evitar sufrir crisis, disminuir su impacto en caso de padecerlas o reducir el tiempo y los recursos necesarios para volver a la normalidad tras haberlas padecido
Coordinado por el Departamento de Organización Industrial de Tecnun, y enmarcado dentro del programa Horizonte 2020 de la Unión Europea, ha contado con la colaboración de 12 socios más, como el Ayuntamiento de San Sebastián a través de la Oficina de Estrategia de la ciudad, universidades internacionales y ciudades como Glasgow (Escocia), Riga (Letonia), Bristol (Inglaterra), Roma (Italia), Vejle (Dinamarca) y Kristiansand (Noruega). “Se trata de una clara apuesta de la Unión Europea por impulsar y desarrollar la resiliencia en las grandes urbes”, afirma José María Sarriegi.
La herramienta principal del proyecto es un Modelo de Madurez que permite definir varios estados por los que tiene que atravesar una ciudad en su camino a la resiliencia.
Guía pionera de resiliencia
Una de las consecuencias del proyecto SMR es la elaboración de la Guía de Resiliencia, cuya finalidad es que las ciudades puedan resistir, absorber, responder y recuperarse de los efectos de una crisis de manera oportuna y eficiente, así como planificar cómo preservar y/o restaurar las infraestructuras críticas y las funciones esenciales.
Hoy en día es evidente la importancia de las infraestructuras críticas (ICs) para garantizar el bienestar de la sociedad. “Las ICs proveen a los ciudadanos de agua, energía, transporte, gestión de residuos, asistencia sanitaria, educación y otros servicios básicos. Además, son fundamentales para la vida en las ciudades modernas y cuando éstas fallan, la salud humana, el bienestar, y la economía se ponen en peligro”, tal y como expresa la investigadora de Tecnun Cinta Lomba, encargada de desarrollar esta guía pionera que servirá de referencia a otras ciudades y que cuenta con la financiación de Ihobe, sociedad pública de gestión ambiental del Gobierno Vasco.