Al comienzo de la sesión, Luquin dio a conocer algunos datos sobre el número de personas que asiste la Cruz Roja del territorio, el cual ha subido a 9.300 personas en 2022. “Son migrantes que vienen en situación de mucha vulnerabilidad, con muchas carencias, pero que hacen procesos de integración muy bonitos a lo largo de los meses o los años”, explicaba Luquin.
Molina, por su parte, hizo hincapié en la necesidad de trabajar políticas y programas para la integración y cohesión de la sociedad, “ya que la migración va en aumento y va ha seguir así”. Haciendo referencia a su propia experiencia, destacó que hace 15 años, cuando ella llegó a Donostia, no había tanta población migrante en la ciudad, y la ciudadanía donostiarra tenían muchos prejuicios acerca de ellos, a pesar de ser una ciudad acogedora. En su opinión, la clave está en visibilizar a las personas migrantes y hacer que convivan con las personas locales, para que, tras dar respuesta a las necesidades más apremiantes en un primer momento, poco a poco, se sientan ciudadanos y ciudadanas de propio derecho.
En opinión de Amunarriz, “las y los donostiarras somos acogedores pero con ciertos límites, y nos solemos quedar con las diferencias de cada uno, en lugar de ver las similitudes que nos unen”. A día de hoy, la Fundación Matia tiene en su plantilla a trabajadores y trabajadoras de más de 17 nacionalidades, de las cuales el 80 % son mujeres. “Tenemos un reto social muy importante, y tenemos que entender la diferencia como oportunidad”.
Para cerrar la sesión, tanto Luquin como Molina quisieron poner el foco en la sensibilización como herramienta para la convivencia, y junto a Amunarriz, coincidieron en que el cambio de mirada será fundamental para conseguir una sociedad amigable y acogedora con las personas migrantes.
El programa completo está disponible en este enlace.