Entrevistas

Los valores como el diálogo, la tolerancia o la paz han de ser educados; la familia, la escuela y la sociedad tienen una responsabilidad compartida en ello

Maite Garaigordobil

profesora titular de la Facultad de Psicología de Gipuzkoa

Premio Nacional de Investigación Educativa 2003

Maite Garaigordóbil es profesora titular de la Facultad de Psicología de Gipuzkoa. No es la primera vez que el Ministerio de Educación le concede su máxima distinción, en 1994 ya recibió similar reconocimiento. El Premio Nacional de Investigación Educativa de 2003 lo ha logrado gracias al trabajo titulado "Diseño y evaluación de un programa de intervención socioemocional para promover la conducta prosocial y prevenir la violencia". El proyecto resalta las potencialidades del juego como un instrumento eficaz para el desarrollo de valores.

- Acaban de otorgarle el Premio Nacional de Investigación Educativa 2003, ¿cómo han recibido usted y su equipo este reconocimiento?

Con mucha satisfacción como puede imaginar. Este trabajo ha consistido en el diseño y evaluación de un programa de intervención socio-emocional para promover la conducta prosocial y prevenir la violencia con niños de 10 a 12 años, se ha desarrollado durante 3 años, y han sido más de 30 las personas que con distintas tareas y niveles de implicación han contribuido al desenvolvimiento del mismo, y sin cuya colaboración nunca hubiera podido realizarse.

El trabajo presentado al Ministerio de Educación se materializó en un documento que redacté de casi 500 páginas de extensión en el que se describían los antecedentes de este programa, su fundamentación teórica, la metodología de investigación, es decir, los objetivos del estudio, el diseño y procedimiento de la investigación, la muestra, los instrumentos de evaluación empleados para evaluar los efectos del programa, así como las características del programa de intervención socio-emocional basado en el juego cooperativo-creativo que ha sido evaluado en este estudio.

El reconocimiento que implica este premio representa un importante estímulo para continuar una labor que inicié a finales de los 80, momento en el que diseñé el primer programa de intervención para fomentar la conducta prosocial dirigido a niños de 6 a 8 años, evaluando sus efectos en distintos aspectos del desarrollo infantil, y cuya investigación presenté en la Universidad del País Vasco como tesis doctoral en 1992.

- ¿En qué consiste y qué se pretende con este programa?

El trabajo que ahora ha recibido este galardón forma parte de una línea de intervención psicológica para desarrollar la personalidad infanto-juvenil que se configura con 4 programas, y se encuadra, por un lado, en una línea de intervención para el desarrollo de valores ético-morales y, por otro lado, en una línea de investigación de los efectos del juego prosocial y creativo. El estudio realizado ha tenido tres objetivos:

  1. diseñar un programa de intervención socio-emocional basado en el juego cooperativo-creativo para niños y niñas de 10 a 12 años, que tiene como principal finalidad promover la conducta prosocial.
  2. realizar una implementación experimental del programa durante un curso escolar
  3. evaluar sus efectos en factores socio-emocionales del desarrollo infantil relacionados con la educación en valores y la prevención de la violencia, así como sus efectos en factores cognitivos como la inteligencia o la creatividad.

El programa de juego contiene tres grandes objetivos. En primer lugar, el programa pretende potenciar el desarrollo de factores de la socialización estimulando:

  1. El incremento de la interacción multidireccional, amistosa, positiva, constructiva con los compañeros del grupo y la participación grupal
  2. Las habilidades de comunicación verbal y no verbal: exponer, escuchar activamente, dialogar, negociar, tomar decisiones por consenso...
  3. Un aumento de conductas sociales facilitadoras de la socialización como son las conductas de consideración con los demás, de liderazgo, de autocontrol, asertivas..., así como una disminución de conductas perturbadoras como son las conductas agresivas, pasivas, de retraimiento, de ansiedad-timidez...
  4. La conducta prosocial, es decir, conductas como dar, ayudar, compartir, consolar, cooperar...
  5. El desarrollo moral, de valores como son el diálogo, la tolerancia, la igualdad, la solidaridad, la no violencia...

En segundo lugar, con este programa se intenta favorecer el desarrollo emocional promoviendo:

  1. La identificación y la expresión de variadas emociones a través de la dramatización, las actividades con música-movimiento, el dibujo y la pintura
  2. El desarrollo de la empatía ante los estados emocionales de otros seres humanos
  3. Sentimientos de logro y dominio que mejoran el autoconcepto y la autoestima
  4. Sentimientos de aceptación de cada individuo dentro del grupo; y
  5. Sentimientos de placer y de bienestar psicológico subjetivo...

Y en tercer lugar, con esta experiencia de juego se estimula el desarrollo de factores intelectuales como:

  • La creatividad verbal, gráfico-figurativa, plástico-constructiva, dramática
  • Las habilidades de la inteligencia verbal y no verbal

La investigación realizada con este programa ha empleado un diseño experimental pretest-intervención-postest con grupos de control. La muestra del estudio ha sido de 86 niños y niñas participantes de 10 a 11 años distribuidos en 4 grupos, 2 de los cuales se asignan a la condición experimental y otros 2 grupos a la de control. Antes y después del programa se administraron 13 instrumentos de evaluación, respondidos por los padres, los profesores y los niños, con los que se midieron los efectos de la intervención. La aplicación del programa de juego se realizó únicamente con los grupos experimentales y consistió en una sesión semanal de juego prosocial-creativo de dos horas de duración durante un curso escolar en la que se desarrollaba una secuencia de juegos con sus subsiguientes debates. El programa experimental se configura con juegos que estimulan la comunicación (capacidad de diálogo, hábitos de escucha activa, toma de decisiones por consenso...), la conducta prosocial (dar, ayudar, cooperar, compartir...) y la creatividad multidimensional (verbal, gráfica, constructiva y dramática).

- ¿Se ha aplicado en algún centro escolar?

 Cada uno de los 4 programas que configuran esta línea de intervención, primero se aplica semanalmente de forma experimental durante un curso escolar, midiendo de forma exhaustiva sus efectos. Esta medición se realiza comparando los cambios que muestran en el desarrollo los niños y niñas que han tenido la oportunidad de jugar con los juegos cooperativos-creativos durante ese año, en relación al que manifiestan los que no han realizado la experiencia de juego, es decir, los de control. En lo que se refiere al programa dirigido a niños y niñas de 10 a 12 años, por cuya investigación se ha recibido el galardón, en el proceso de validación del mismo, se ha aplicado a 2 grupos experimentales (54 participantes) con el contraste de 2 grupos de control (32 participantes).

Posteriormente, después del proceso de validación del programa mediante el que se contrasta exactamente qué aspectos del desarrollo estimula la experiencia, los programas se implementan en numerosos grupos escolares. Los profesores y profesoras disponen de los manuales de los programas que se publican después de su validación, realizan cursos de formación para administrarlos y los llevan a cabo con sus grupos infantiles, disponiendo de mi ayuda siempre que así la requieren. En estas dos décadas de diseño e implementación de programas de juego cooperativo muchos profesores han realizado cursos de formación para la implementación de los programas y de forma voluntaria han ido incorporado este tipo de experiencia en sus aulas.

- ¿Cómo valora los resultados obtenidos hasta el momento gracias al programa?

Los resultados de los análisis estadísticos realizados con los datos obtenidos en el curso de la investigación han evidenciado un impacto significativamente positivo del programa, constatándose que los participantes experimentales, es decir, aquellos niños y niñas que realizaron el programa de juego, mostraron:

Desde el punto de vista del desarrollo social:

  1. un incremento de las conductas sociales de respeto por las normas de la sociabilidad y autocontrol de los impulsos, de las conductas sociales de liderazgo asociadas al espíritu de servicio y la popularidad, de las conductas asertivas en la interacción con iguales, y de las conductas prosociales
  2. una mejora de la imagen de los compañeros del grupo que son vistos como más prosociales y creativos
  3. un aumento de las estrategias cognitivas de interacción social asertivas y globales; así como
  4. una disminución de las conductas agresivas en la interacción con otros compañeros, de las conductas antisociales y delictivas.

     Desde el punto de vista afectivo-emocional:

  1. un incremento de la estabilidad emocional
  2. una mejora del autoconcepto.

     Desde el punto de vista intelectual un aumento de:

  1. la inteligencia verbal
  2. del pensamiento asociativo relacionado con la creatividad verbal
  3. de conductas y rasgos de personalidad creadora
  4. de la creatividad verbal y de la creatividad gráfica.

Los datos en su conjunto sugieren el positivo efecto de las intervenciones basadas en el juego prosocial-creativo para el desarrollo infantil. Por otro lado, los análisis realizados confirman que estas experiencias son especialmente beneficiosas para los niños y niñas que antes de empezar el programa manifiestan bajos niveles de desarrollo. El estudio aporta una herramienta de intervención que estimula el desarrollo de la personalidad infantil, educando en valores ético-morales que previenen la violencia. Además, el programa para este grupo de edad (10-12 años) completa una línea de intervención psicoeducativa que potencia la conducta prosocial desde los 6 a los 14 años. Esta línea de intervención se configura con 4 programas, y el trabajo que ahora se ha elaborado tiene como antecedentes tres programas, un programa para niños de 6-8 años, otro para niños de 8 a 10 años, y un tercer programa dirigido a adolescentes de 12-14 años.

La investigación del programa para niños de 6 a 8 años, basado en los juegos amistosos, de ayuda y cooperación, se llevó a cabo con 6 grupos experimentales y 2 de control, durante el curso escolar 1989-1990. El programa consistió en la administración de una sesión de juego semanal de 60 minutos de duración durante un curso escolar, midiéndose antes y después diversas variables sobre las que se hipotetizó que el programa iba a tener un efecto. Con una muestra de 178 participantes, 125 experimentales y 53 de control, los resultados confirmaron un impacto positivo del programa de juego, observándose en los experimentales un incremento de conductas sociales positivas (liderazgo, jovialidad, sensibilidad social, respeto-autocontrol), una disminución de conductas sociales negativas (agresividad, apatía-retraimiento, ansiedad-timidez), un aumento de la capacidad de cooperación, de la comunicación intragrupo, de las estrategias cognitivas de interacción social, así como una mejora del autoconcepto y de las aptitudes de madurez para el aprendizaje escolar.

El programa de juego cooperativo-creativo para niños y niñas de 8 a 10 años se administró a 4 grupos experimentales, durante el curso 1993-1994. Con un esquema metodológico idéntico, se aplicó una sesión semanal de 90 minutos de duración, y una batería de pruebas antes y después de la intervención. Con una muestra de 154 participantes, 126 experimentales y 28 de control, se exploró el impacto del programa, y los resultados también confirmaron los efectos positivos de la intervención en la conducta prosocial altruista, en la conducta asertiva con los iguales, en la comunicación intragrupo, en el autoconcepto así como en la creatividad verbal y gráfica.

Finalmente, el programa diseñado para adolescentes de 12 a 14 años, que tiene por finalidad desarrollar la personalidad y educar en derechos humanos en este nivel de edad, se validó con una investigación llevada a cabo en el curso 1997-1998, que evidenció efectos positivos para un amplio abanico de factores del desarrollo socio-emocional. Con una muestra de 174 adolescentes, 125 experimentales (4 grupos) y 49 de control (2 grupos), se administraron sesiones de intervención semanales de 2 horas de duración durante un curso escolar y los resultados confirmaron un aumento significativo de: las relaciones amistosas y prosociales dentro del grupo; las conductas sociales asertivas, de consideración y liderazgo; la empatía; la autoestima; las estrategias cognitivas asertivas de afrontamiento de situaciones sociales; y la capacidad para analizar sentimientos negativos. Además se confirmó una disminución de las cogniciones prejuiciosas, de la ansiedad como rasgo de personalidad, y de las conductas sociales de ansiedad-timidez, de apatía-retraimiento, agresivas y antisociales.

En síntesis, los resultados de la evaluación del programa de 10 a 12 años han sido muy positivos, confirmándose su significativo papel en el desarrollo social, emocional e intelectual ya que ha aumentado un amplio abanico de conductas sociales positivas, ha disminuido conductas agresivas y antisociales, ha mejorado la percepción que se tiene de los compañeros del grupo y el autoconcepto, incrementando la estabilidad emocional, la inteligencia y la creatividad.

¿Se nota un cierto declive en valores de los escolares? ¿De ser así, a qué es debido?

- En cierto modo si existe cierto declive en la educación de los valores. Existe la idea de que los niños aprenden valores o se desarrollan moralmente de forma espontánea y esta es una creencia errónea. Son muchas las fuentes para el desarrollo moral, la familia, los iguales, los medios de comunicación... Y dependiendo de los modelos que se observan, de los mensajes, de las recompensas o castigos que se reciben por las conductas realizadas, los seres humanos aprenden a ayudarse, a ser solidarios, altruistas o por el contrario a ser egoístas, insensibles, agresivos... Los niños necesitan del modelo y los mensajes verbales morales de los adultos (padres, profesores) así como de los modelos y refuerzos de los iguales, de los compañeros.

Sin embargo, en ocasiones la familia delega en la escuela y la escuela en la familia, y ninguno actúa como modelo y agente de refuerzo de la conducta moral positiva, ninguno "controla" las fuentes de influencia que suponen los grupos de iguales en los que el niño se encuentra inmerso, ni limita o al menos neutraliza lo que los niños ven en la TV. Algunos programas televisivos de gran audiencia infantil presentan modelos de conducta amoral, de trasgresión de conductas sociales de convivencia y de respeto por los demás que habitualmente no son penalizado. Los seres humanos somos fundamentalmente "animales sociales", en el seno de las interacciones sociales nos "construimos" como personas y en este contexto podemos aprender a dar ayuda, a cooperar, a considerar a los otros como personas valiosas, pero también podemos aprender a odiar, lo que nos conducirá a agredir a los otros, a violar sus derechos como personas. Los valores como el diálogo, la tolerancia, la igualdad, la solidaridad, la justicia, la libertad o la paz han de ser educados, y la familia, la escuela y la sociedad tienen una responsabilidad compartida en ello.

- ¿El juego es una fórmula eficaz para educar en valores?

El juego es un poderoso instrumento de comunicación y socialización. Sin ninguna duda, el juego puede ser un medio para la educación en valores, ya que todas las actividades lúdico-grupales que los niños realizan a lo largo de la infancia estimulan el progresivo desarrollo del "Yo" social del niño. Pero no todos los juegos estimulan conductas sociales positivas, ya que existen juegos cuya esencia consiste en destruir y matar. Los estudios que han investigado los efectos del juego cooperativo han confirmado que estos juegos promueven la comunicación, aumentan los mensajes positivos entre los miembros del grupo, incrementan las conductas prosociales (ayudar, cooperar, compartir, consolar...), disminuyen conductas sociales negativas (agresividad-terquedad, apatía-retraimiento, ansiedad-timidez...) potencian la participación y la cohesión grupal mejorando el clima social de aula, facilitan la aceptación interracial, elevando el autoconcepto y el concepto de los demás.

Los juegos cooperativos de los 4 programas diseñados tienen cinco características estructurales:

  1. La participación, ya que en estos juegos todos los miembros del grupo participan, no habiendo nunca eliminados, ni nadie que gane o pierda; el objetivo consiste en alcanzar metas grupales, y para ello cada participante tiene un papel necesario para la realización del juego
  2. La comunicación, porque todos los juegos del programa estructuran procesos de comunicación intragrupo que implican escuchar, dialogar, tomar decisiones, negociar...
  3. La cooperación, ya que los juegos del programa estimulan una dinámica relacional que conduce a los jugadores a darse ayuda mutuamente para contribuir a un fin común, a una meta de grupo
  4. La ficción y creación, porque se juega a hacer el "como si" de la realidad, como si fuéramos animales, elementos de la naturaleza, objetos, artistas..., así como a combinar estímulos para crear algo nuevo
  5. La diversión, ya que con estos juegos tratamos de que los miembros del grupo se diviertan interactuando de forma amistosa, positiva, constructiva con sus compañeros de grupo.

Así, para que un juego estimule el desarrollo moral deberá estructurar unas interacciones sociales específicas. Los juegos que favorecen el desarrollo de valores ético-morales y de la conducta prosocial son juegos que potencian la comunicación, la cohesión y la confianza entre los miembros del grupo, teniendo en su base la idea de aceptarse, cooperar y compartir.

- ¿En qué nuevos proyectos están trabajando ahora?

Entre los proyectos actuales relacionados con la investigación del juego infantil, podría destacar el diseño y la evaluación de un programa de juego para niños de educación infantil (4-6 años) que representa una tesis doctoral que estoy dirigiendo y que espero podamos presentar en la UPV en el 2004. Además, estamos preparando otra experiencia de intervención para adolescentes de 14 a 16 años, que aún se encuentra en un estadio muy prematuro de desarrollo y representa otra tesis doctoral que estoy dirigiendo. Por otro lado, y dentro de otra línea de investigación en la que trabajo relacionada con el diseño de instrumentos de evaluación de la personalidad, estoy preparando una herramienta para evaluar el autoconcepto desde la adolescencia hasta la edad adulta, constructo de gran importancia para el desarrollo humano y cuya investigación actualmente se encuentra en curso.

- En otro orden de cosas, ¿Qué le parece la apuesta de Donostia por la creatividad y la innovación?

Es un proyecto muy interesante. Esta ciudad tiene importantes requisitos para ello, por un lado, es una ciudad que cuenta con importantes centros de investigación tanto dentro como fuera de la universidad, una ciudad innovadora en el ámbito empresarial con un significativo parque tecnológico, una ciudad que ha contribuido al desarrollo de personalidades creativas en campos como el arte, la gastronomía o la investigación, además de disponer de infraestructuras arquitectónicas para congresos, de un marco ecológico natural, y de una buena situación geográfica dada su cercanía con ciudades como París, Lisboa, Madrid, Barcelona...

 

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