La ciudadanía donostiarra tiene curiosidad y acoge muy bien las nuevas apuestas culturales
Miguel Martín lleva 25 años relacionado con el Festival de Jazz donostiarra. Artífice de multitud de conciertos inolvidables, sitúa muy bien a San Sebastián como ciudad curiosa y acogedora de nuevas propuestas culturales.
En esta entrevista nos da a conocer la trastienda de un Festival que en esta pasada edición superó todas las expectativas.
- ¿Cuántos años al frente de un evento de tanta envergadura como el Jazzaldia?
Empecé en el 78 en el Jazzaldia y he estado relacionado con el Festival prácticamente desde entonces, excepto tres años, del 89 al 91. He hecho otras cosas compaginándolo con el Festival, no sólo ahora que trabajamos todo el año llevando la programación de Gazteszena y de la Fundación Kursaal, antes he estado también en el Comité de la Quincena Musical y he llevado dos años el Festival de la Moda. Cuando empecé en el 78 estuve también durante varios años en el CAT llevando Semana Grande o las Euskal Jaiak. Pero en definitiva, son 25 años relacionado, de alguna manera, con este Festival.
En el balance de esta edición reconoció que el capítulo de incidencias internas había sido prácticamente cero: ni cancelación de vuelos, ni pérdida de maletas y unos músicos que se han comportado correctamente... pero nosotros queremos saber precisamente lo contrario. Cuéntenos anécdotas del Festival... alguna que recuerde, pese a todo, con una media sonrisa en la cara...
Realmente el capítulo de incidencias no es tan llamativo como puede parecer. Lo principal es hacerse una idea de cómo es la situación de los músicos en gira. Las jornadas para ellos empiezan a las cuatro o cinco de la madrugada, se levantan para coger el avión con todos los problemas que a veces eso conlleva, sobre todo en el mes de julio. Llegan al aeropuerto de Hondarribia, Bilbao o Biarritz, hacen las pruebas de sonido, descansan apenas unos minutos, cenan, tocan, se van a la cama y vuelta a empezar.
Con todo este movimiento se dan circunstancias curiosas pero que en el fondo son previsibles. El músico, además, quiere asegurarse de que va a tener todo lo que necesita mientras esté en otra ciudad y te piden muchas cosas, pero eso no lo consideraría anécdota. Sin embargo, siempre cuento que Gato Barbieri la primera vez que vino a San Sebastián, en el año 80 u 81 subió al escenario con una hermosa "tajada" gritando "Buenas noches Barcelona"... y es que si no se presta atención, con el programa de viajes que tienen...
Este año Cassandra Wilson pidió flores amarillas para su camerino. Los camerinos se montan con carpas pequeñas justo en el callejón que da acceso a la Plaza de la Trinidad. Y pidió además una marca concreta de ron. Normalmente solemos intentar convencer a los músicos de que el alcohol no es bueno antes de una actuación, pero por lo visto, este grupo brinda siempre antes de salir al escenario con esa marca concreta de ron porque tiene para ellos algún tipo de valor sentimental.
-¿Cómo es la trastienda del Festival? Días agotadores con mucha gente trabajando a una para que todo salga bien...
La trastienda en una edición como ésta es calmada. En el Jazzaldia trabaja gente joven con ganas de hacer bien las cosas y además tienen un ambiente muy agradable entre ellos. Están trabajando y pasándolo bien. Intentamos, además, mantener el equipo año tras año, que no cambie. Y al ser siempre los mismos prácticamente, saben bien en qué consiste su trabajo y todo funciona. Los horarios son de 16 a 20 horas al día de trabajo durante los seis días del Festival.
-Ahora, háblenos de cómo ha ido cambiando la ciudad en estos años. ¿Cómo era Donostia cuándo usted cogió el timón del Festival?
La ciudad ha cambiado pero mantiene lo fundamental, un espíritu cosmopolita, con curiosidad por lo nuevo culturalmente hablando, siempre a la vanguardia de las manifestaciones culturales y de las actividades lúdicas, con un rechazo al mal gusto y con gran inquietud cultural.
Con nuestro tamaño, ésta es una de las ciudades que más actividad cultural tiene. La constancia en la actitud de la gente hace que pervivan con muy buena salud todos los Festivales de la ciudad. San Sebastián acoge bien las apuestas culturales por esa curiosidad que tiene el conjunto de ciudadanos. Culturalmente es una ciudad que se mantiene, yo creo que ha habido más cambios urbanísticos, sociales o políticos que culturales.
-¿Los gustos musicales de la gente se educan?
Por supuesto. Se educan siempre que la gente quiera y tenga interés por conocer cosas nuevas y acceder a nuevas ofertas culturales. Se educan en el sentido de ofrecer muestras de algo que entiendes como programador que es interesante y que debe ofrecerse en la ciudad. Es muy satisfactorio desde el punto de vista de los programadores el darse cuenta de que uno va "tirando de la cuerda" de alguna manera y ver que la gente responde.
-Donostia: capital cultural. Donostiarras: grandes amantes y conocedores de música. ¿Es todo esto cierto? ¿Nos lo podemos creer o no conviene bajar la guardia?
Sí, pero con estas afirmaciones hay que tratar de ser lo más objetivo posible. Sí es cierto pero siempre y cuando nos comparemos con comunidades de nuestro tamaño o un poco mayores. Es evidente que San Sebastián no puede programar lo que programan ciudades como Nueva York, Londres, Madrid o Barcelona. Pero en términos relativos San Sebastián es una plaza fuerte e internacionalmente es una ciudad conocida.
-El número de espectadores del Jazzaldia 2003 ha ascendido a casi 70.000. Sin duda, a la gente le gusta este Festival. ¿Retos de futuro?
El reto es, al menos, mantenernos; repetir el número de espectadores, el grado de satisfacción, la ausencia de incidentes, la repercusión del público. Si a partir de ahí mejoramos algo... genial. Decía Diego Galán que Donostia es una ciudad que se acostumbra fácilmente a lo extraordinario. El grado de satisfacción de este año ha sido tan elevado que no tenemos que esperar un avance similar en la edición número 39, no hay que caer en eso, sería demasiado inocente pensar en un salto cualitativo como el de este año.
Recomiéndenos un disco...
Recomendaría algo útil, algo que sirviera para acercar a alguien al jazz y profundizar. Para aquel que tenga curiosidad por la música recomendaría a John Coltrane. Es una referencia, un clásico que puso en marcha en los años 60 toda la contemporaneidad del jazz. Cualquiera de John Coltrane.