Entrevistas

“La colaboración entre los diferentes agentes de la ciudad ha generado un valor añadido difícil de encontrar en regiones más grandes”

Julio Arrizabalaga

Médico internista y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia desde su creación en 2008 hasta 2022

Julio Arrizabalaga, médico internista y director científico del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia desde su creación en 2008 hasta 2022, ha sido una figura clave en la transformación del ecosistema científico de Donostia / San Sebastián. Actualmente, lidera el proyecto Donostia - Ciudad de Ciencia desde el Consejo Social de la ciudad, programa que busca integrar a la ciudadanía en el desarrollo científico mediante la promoción de la cultura científica y la Ciencia Ciudadana.

¿Cómo ha sido tu vida profesional?

Mi vida profesional podría definirse como intensa y muy interesante. La dividiría en dos fases: durante la primera fase, de 1981 a 1995, me dediqué al manejo clínico, al apoyo integral y a la investigación de pacientes con adicciones y sida, contribuyendo a ensayos que transformaron esta enfermedad de mortal a manejable, un proceso que marcó profundamente mi trayectoria profesional. Posteriormente, trabajé en la coordinación de la investigación del Hospital Donostia, fomentando la colaboración con centros tecnológicos. Todo ello culminó en la creación del Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia, acreditado por el ISCIII,, y en la transformación del entorno hospitalario en un referente en biociencias centrado en tecnología e innovación. 

Durante estos años, ¿cómo ha evolucionado todo lo relacionado con la ciencia en Donostia?

Desde principios de este siglo, concretamente a partir de 2005, se produjo una clara apuesta por parte de la Diputación Foral para la creación de un “Polo” de investigación biomédica en el entorno de Miramón. Este esfuerzo se integró con las áreas de Física (DIPC), Química e Ingeniería ubicadas en Ibaeta, ligadas a la UPV/EHU y TECNUM. Entre 2005 y 2011 se vivió un período clave en la construcción de estructuras, destacando la creación de los CIC (Centros de Investigación Cooperativa) Biomagune y Nanogune, así como el Instituto de Investigación Sanitaria Biodonostia. Paralelamente, se desarrollaron centros tecnológicos como Tecnalia, Fatronik, VicomTech y CIDETEC, configurando un ecosistema de investigación robusto y diverso.

Este entramado logró atraer talento gracias al impulso de actores clave como Ikerbasque, la Diputación Foral y Fomento de San Sebastián. Hasta aproximadamente 2018, esta etapa propició un notable incremento en los resultados de investigación y en la colaboración entre los diferentes agentes. A partir de ese año, comenzaron a surgir empresas derivadas directamente de la investigación local, mientras que otras, atraídas por el entorno favorable, decidieron establecerse en la región. Ejemplos destacados incluyen Viralgen y Bayer en el ámbito de las biociencias, y IBM con su ordenador cuántico. En este proceso, cabe subrayar el papel fundamental de BIC Gipuzkoa en la creación de muchas de estas empresas.

Todo este esfuerzo conjunto ha posicionado a Donostia como un referente en el ámbito científico. A pesar de su reducido tamaño, la colaboración entre los diferentes agentes ha generado un valor añadido difícil de encontrar en regiones más grandes. Este reconocimiento alcanzó un hito en 2017, cuando la revista Nature destacó a Donostia como la primera ciudad del mundo en ciencia colaborativa, situándola, además, entre las 200 ciudades científicas más relevantes a nivel global gracias a su extensa red de centros de investigación.

Estás liderando el proyecto Donostia - Ciudad de Ciencia desde el Consejo Social de la ciudad. ¿Cuáles son los objetivos de esta iniciativa?

La ciudadanía debe ser parte activa de la ciencia, tal como promueve la Estrategia de Ciencia Abierta de Europa, cuyo pilar fundamental es la Ciencia Ciudadana.
El objetivo principal de esta iniciativa es crear una red para fomentar la cultura científica y la participación ciudadana en la ciencia. La formación de esta red permitirá:

  • Incrementar el impacto social de los resultados de I+D generados en los centros de investigación de la ciudad.

  • Potenciar la capacitación científica de la sociedad donostiarra, haciéndola más culta, informada y preparada.

  • Promover la ejecución de proyectos científico-ciudadanos que destaquen por su calidad, equidad e impacto social.

¿Desde un punto de vista personal, cómo ves la ciudad?

En el ámbito de la Ciencia y la Salud, creo que Donostia tiene una oportunidad excepcional para convertirse en un referente en el manejo del cáncer. Ya cuenta con importantes avances en este sentido, incluyendo una capacidad asistencial de excelencia con la concentración de todos los profesionales en un único centro. En el ámbito de la I+D, la ciudad es puntera en terapias avanzadas, tanto celulares como génicas, y cuenta con el Hospital Universitario Donostia acreditado para la infusión de estas terapias. Además, en un plazo de dos años, se espera la implementación y manejo de la Protonterapia.

El crecimiento en medicina personalizada de precisión y en ensayos clínicos con nuevas medicaciones posiciona a Donostia en la vanguardia europea del manejo, la investigación y la innovación en oncología. Por otro lado, la instalación del ordenador cuántico de IBM y DIPC supondrá un avance cualitativo que impactará en diversas disciplinas, especialmente en las Biociencias.

¿Qué aspectos mejorarías?

Uno de los mayores puntos fuertes de Donostia como Ciudad de Ciencia es su tamaño y la colaboración activa entre los distintos agentes. Sin embargo, el éxito logrado podría generar la tentación de que cada agente avance por separado, lo que conllevaría el riesgo de diluir los logros alcanzados. Si no se mantiene la colaboración, es importante recordar que hay grupos en el panorama internacional mucho más grandes y potentes que nosotros.

Aquí es crucial la participación ciudadana, no solo como elemento diferenciador, sino también como garante de la esencia colaborativa que ha permitido a Donostia alcanzar un desarrollo científico tan destacado en apenas 15-20 años. La cooperación debe seguir siendo nuestra mayor fortaleza.

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