En época de crisis es cuando más hay que invertir en lo social, en las personas
En 2011, Caritas Gipuzkoa atendió a más de 24.000 personas en todo el territorio, la mitad, aproximadamente, en Donostialdea. Pero más allá de una cifra están las personas, lo que esta organización considera elemento central de su trabajo.
Toda persona, sin excepción, tiene elementos positivos. Y ayudarles a descubrirlos es el objetivo final de esta organización. Con José Emilio Lafuente, secretario general de Caritas Gipuzkoa, hablamos de todo esto.
Caritas Gipuzkoa, gestiona diversos centros de atención, fundaciones de diversa índole y también atiende situaciones de emergencia como pueden ser catástrofes naturales. ¿Cómo explicaría la labor que hace Caritas en Donostia/San Sebastián? ¿Cuál es su filosofía?
Caritas dispone de distintos programas, proyectos y recursos en Gipuzkoa y la gran mayoría de ellos están en la zona de Donostialdea.
Centrándonos en esta zona y por situarnos un poco, lo primero está la acogida en Caritas, donde puede llegar cualquier persona en una situación de dificultad, de necesidad.
Un punto de acogida importante es el Paseo de Salamanca. Luego se le deriva a un recurso especializado o se le asesora en función de cada caso.
Aquí se encuentra el departamento de minorías étnicas con trabajadores sociales especializadas en la intervención con familias de etnia gitana. Contamos con un departamento de voluntariado, formación, el área de cooperación al desarrollo etc.
Otro punto de acogida importante es Laguntza Etxea, en Intxaurrondo, dirigido a personas inmigrantes. Tienen una singularidad porque la gran mayoría de personas con las que trabajamos están en una situación jurídica y administrativa irregular. Se les da apoyo desde esa perspectiva.
Y luego están los recursos especializados para atender diferentes problemáticas.
Aquí se sitúa Aterpe, un hogar de acogida a personas en la calle, que carecen de alojamiento o residencia. Se les ofrece un servicio integral desde el punto de vista de las necesidades materiales, como alimentación, comedor social, lavandería y también se realiza un trabajo de apoyo e intervención para superar los problemas que tienen que normalmente tienen que ver con los consumos (drogas, alcohol)…
El proyecto EUTSI, un programa pionero de reducción de daños para personas cronificadas. Es un programa muy significativo porque aquí no está penalizado el consumo, es decir, está permitido. Son casos muy especiales, ya que debido al deterioro que sufren estas personas se sabe que no van a dejar de consumir.
Este proyecto lo desarrollamos en colaboración con la facultad de Psicología de la UPV-EHU y Osakidetza.
Tenemos, Villa Betania, una residencia especializada en enfermos con el VIH en fase terminal. Es la casa de acogida para sus últimos días porque es gente que no tiene familia, ni recursos.
También desarrollamos talleres educativo-ocupacionales en el Centro Lamorús. Se trabaja la ocupación, hábitos, disciplina con las personas que están en la calle. Se trabaja la motivación y las aptitudes.
Y por último, está Hotzaldi, la sala de invierno, abierta del 15 de noviembre al 30 de abril. Se atiende a aquellas personas que viven en la calle que no tienen otra posibilidad de alojamiento y con esto se reduce el impacto negativo del invierno. Tiene 40 plazas.
Desde que comenzó la crisis, ¿cuáles son los aspectos que más les han impactado? Lo que les parece más grave.
La situación de dificultad que plantean personas que, en ningún momento, hubiéramos imaginado que se hubieran acercado a Caritas. Hasta ahora, hemos trabajado con un perfil determinado, personas con necesidades económicas, con dificultades para llegar a final de mes, a la hora de distribuir los ingresos, que tienen apoyo en la intervención educativa con trabajadores sociales etc.
Pero en los últimos años, nos ha llegado gente que no tiene nada que ver con este perfil. Personas que se han quedado en paro, y que tienen que hacer frente a todos los gastos que tienen. Esto es lo que más ha llamado la atención. Personas autóctonas en algunos casos.
Y otro perfil a destacar es el de personas que habiendo venido con anterioridad a Caritas y, habiendo hecho un proceso muy interesante, para superar sus dificultades, viven una vuelta atrás de todo. Es gente que llevó a cabo un proceso que les procuró una inserción social plena, con empleo, vivienda, regularización de su situación etc. Y debido a la crisis y a perder el empleo, se ven de nuevo en el punto de inicio. Es un retroceso que frustra mucho a las personas.
A las personas y a los que trabajáis en Caritas ¿no?
Sí, también, pero para nosotros lo más importante es la persona. Nuestra intervención se basa en ella. Nuestra filosofía o una de las claves de nuestro modelo de acción social es sacar lo mejor de cada uno. Creemos que toda persona, sin excepción, tiene elementos positivos y nuestro trabajo se centra en ayudarles a descubrirlo.
La situación de pobreza está todos los días en los medios de comunicación pero ¿somos los ciudadanos realmente conscientes de lo que está detrás?
Empezamos a ser conscientes de la realidad de la situación. Hablamos de la crisis como una situación que nos ha llegado y da la sensación de que ha aparecido de repente. Soy de la opinión de que la crisis estaba ya latente desde hace años, debido al modelo económico y de desarrollo que tenemos.
Hay un informe de la Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) de Caritas que en la sexta edición del “Informe de Exclusión y Desarrollo Social en España (2008)”, analizaba la década anterior a que estallara la crisis y advertía de que en los años de bonanza económica no se habían utilizado adecuadamente los recursos existentes para tratar de elaborar un sistema de protección social que respondiera a las necesidades de los ciudadanos. Y lo que todavía es más importante, aseveraba que, las diferencias entre los ricos y los pobres, en esos años de bonanza, no se habían reducido. Con lo que se estaba generando una situación de vulnerabilidad en muchas personas. En el momento en que la variable paro se ha introducido se ha desmoronado todo. La crisis ya estaba lo que pasa es que no era visible pero sí que estaba latente.
La Ley de Servicios Sociales aprobada en 2008 por el Parlamento Vasco se plantea como objetivo la universalización de los servicios sociales para 2016. ¿Cómo afecta esa ley y su desarrollo a organizaciones como Caritas?
Hemos estado viviendo unos años, anteriores a la crisis, en los que se ha dado un progresivo desarrollo de los Servicios Sociales, lo cual es bueno y positivo. No se ha alcanzado todo el desarrollo que hubiera sido deseable pero sí que se hizo un esfuerzo para establecer un sistema de protección social.
Esto se ha visto truncado o limitado porque la situación de crisis ha llevado a no ejecutar todo lo previsto. Y luego hay reformas que se han dado recientemente que han dificultado este desarrollo, como es la Ley de Renta para la Garantía de Ingreso. Qué lo que ha hecho ha sido dificultar el acceso a esta prestación al haber aumentado el periodo mínimo de empadronamiento necesario para solicitar dicha ayuda.
A las dificultades derivadas de la crisis se añade que nos encontramos con la tentación que existe de reducir el sistema de protección social. Nosotros pensamos que, precisamente en época de crisis es cuando más hay que invertir en lo social. No tendría sentido que cuanto peor lo están pasando los ciudadanos se pongan límites a las ayudas.
Hay que verlo como una inversión en personas y no como un gasto. Y que si hay que hacer recortes se hagan en otras áreas que no afecten a cuestiones sociales.
Las desigualdades son cada vez mayores y podríamos llegar a una situación en la que la clase media, tal y como la hemos conocido hasta ahora, quede difuminada, diluida ¿Cómo imaginan el futuro desde la perspectiva de CARITAS?
Imaginarse el futuro es complicado y difícil. Si haría una prevención en la línea de lo dicho hasta ahora. Las diferencias entre ricos y pobres se están dando y aumentan. Y ya no solo a nivel mundial sino en la sociedades modernas y occidentales se están dando, y aquí también. Es una realidad.
El pasado mes de diciembre, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ya recogía en un informe que la brecha entre ricos y pobres ha alcanzado cifras de hace 30 años.
Nos pone en una situación de prevención y hay que replantearse el modelo de sociedad que estamos construyendo. Corremos el riesgo de entrar en una dualización social. Y tener problemas de cohesión.
Está claro que todos vamos a tener que hacer un esfuerzo para tratar de conseguir un modelo distinto, una sociedad diferente.
¿Cómo está de valores la sociedad guipuzcoana? ¿somos solidarios?
Justamente sí hay una cosa en Gipuzkoa que no está en crisis es la solidaridad, así de claro. La sociedad guipuzcoana es muy solidaria y me remito a los hechos.
Desde que comenzó la crisis los ingresos de Caritas por donativos, cuotas de socios, personas que se han acercado a Caritas a ofrecer su tiempo y su trabajo han aumentado considerablemente. Cuanto peor estamos mayor respuesta social ha habido.
Tenemos que ser conscientes del momento que vivimos y pensar cómo hemos llegado hasta aquí. Todos tenemos que hacer revisión. Pensar en cómo actuamos en temas de consumo, de valores, de medio ambiente…
Y pensar en lo que podemos hacer cada uno desde nuestro ámbito para mejorar el entorno en el que estamos. En función de cómo te comportes puedes incidir positivamente en ese entorno.
Al final se trata de promulgar una sociedad distinta, más orientada a dignificar a las personas, al bien común, una sociedad más justa y equitativa.
¿Desde su perspectiva y conocimiento o colaboración con organizaciones similares a Caritas en Europa, cual diría que son las tendencias en el continente en el ámbito de la asistencia social alternativa o al margen de la administración pública?
En cuanto al modelo de acción social y de intervención creo que es importante centrarse en la persona. No trabajamos con problemas sino que trabajamos con personas. Ese es el centro. Dignificar al máximo su situación, tratar de desarrollar sus capacidades.
Y también es muy importante lo que tiene que ver con la acogida, la escucha y el acompañamiento. Tiene que haber un acompañamiento en clave humano.
Se da mucha importancia a las necesidades económicas que la tienen, pero detrás hay también otro tipo de necesidades.
En este sentido, es muy interesante el trabajo que se hace desde el servicio social de base a través de los centros municipales. Y aquí sería interesante que se recuperara el trabajo de acompañamiento a la persona y no solo la ayuda y tramitación que, actualmente se hace desde Lanbide. La potenciación de las capacidades de las personas se tiene que hacer desde la cercanía.